Nuestro nombre es el primer contrato con el que cargamos
Cuando bautizamos a un hijo debemos saber que junto con el nombre le pasamos una identidad.
Los nombres que recibimos son como contratos inconscientes que limitan nuestra libertad y que condicionan nuestra vida. Un nombre repetido es como un contrato al que le hacemos una fotocopia, y cuando en el árbol genealógico hay muchas fotocopias el nombre pierde fuerza y queda devaluado.